No había escrito nada pues los festivales de otoño me dejaron agotado. Pacientemente he esperado a que crezcan las nuevas plantas de arúgula y epazote que sembré en los germinaderos de pet. El invierno empezó y aún quedan un par de jitomates en las vainas -vainas? y me he comido los otros tantos que han salido, como todos, buenísimos. Y pequeños. Y muy rojos.
Como estoy en plena crisis de la edad y de los logros en la vida, a punto de cumplir 40 años, me compré un poco de maquinaria importante, es decir una sierra caladora y me dije a mí mismo, mí mismo, es hora de que te hagas un deck.
Basta de pisar apenas el piso del invernadero, rodeando el domo de la escalera. Basta de sentir ese molesto desnivel y el rígido concreto. Así que primero cambié el domo por un trozo plano de acrílico que corté a modo con mi caladora nueva.
Y luego seguí utilizando la madera que me regaló el Dr. Jaques, sobrante de un proyecto fílmico, y corté las duelas, también a modo, con mi misma caladora nueva.
Luego lo puse todo sobre una estructura hecha con los residuos de la pérgola que sustituí por polines nuevos de las sobras del Dr Jaques. Es decir, todo es reciclado y dentro de la misma terraza se recicla y va cumpliendo funciones nuevas ya que en esta casa nada es para siempre o bueno, digámoslo así, se nos da el desapego. Pero como además de desapegados somos contradictorios, impermeabilicé las duelas con un poco del Thompson´s Water Sealer que es fantástico.
He aquí el resultado. Ya no quiero volver a meter los muebles para disfrutar de mi nuevo espacio; en vez de muebles pondré repisas, y es como una balsa, sólo que no es balsa, es mi barco.
Ah y en Fonart estaban de descuento los jarritos, que creo que definitivamente son la mejor manera de tener lechugas. Aquí se puede ver claramente el efecto del agua en el jarro de la derecha, el de la izquierda está aún vacío. Con ellos espero una muy frondosa primavera. Mientras tanto refugiarse del canijo frío, y esperar.