lunes, 24 de junio de 2013

Empieza el verano

Como ya he apuntado varias veces en este espacio, la vida del agricultor urbano se conecta íntimamente con las estaciones del año, no queda otra. 

En México el verano significa lluvia, y eso significa, para mí, tranquilidad al no tener que subir hasta arribota a regar nada.  Llegó el verano y con él, puntales, las lluvias.  Las bolsas de pared son sin duda el mejor método que tengo para la siembra de jitomate y hasta de arúgula. Lo que mi mano toca en la foto de la derecha es una mega arúgula, de esa que en el supermercado cuesta 40 pesos:




Ahora,  ni modo, tengo que agradecer a los gringos y su tecnología. En la tienda de un botanic garden, compré unas pendejaditas que sirven para el tutorado de las plantas. Se abren con dos dedos como pinzas y al cerrarse sujetan suavemente la planta a una orilla. Gracias Santos Gringos por su capitalismo salvaje que promueve la inventiva.


Tecnología Americana

Pero también hay respuesta azteca, y he aquí mi tecnología mexicana para regar con el método del jarrito, accionado a través de mangueritas compradas en el mercado de chácharas de la Portales, restos de una máquina que formaba parte de una refresquera.

Tecnología a la Mexicana

Por otro lado, reporto la siembra de una charola de trigo para que el pasto resultante nos dé la energia necesaria para la vida diaria del siglo XXI. Lo interesante de esto es que a la mitad de la charola le puse composta de lombriz, y a la otra mitad, composta de mi compostero. A ver si se nota alguna diferencia... 


Dentro de las tendencias de las que sin saberlo somos esclavos, se cuenta ahora la de la cervecería casera o artesanal. Yo no he caído en ella todavía, de tan ocupado que estoy al haber escogido prematuramente la siembra urbana. Pero un amigo me regalo su bagazo de cebada, esto es, restos de cebada germinada, tostada, hervida y triturada, "para mi composta". Menudo regalo, hacía varios años que nadie me regalaba su basura. Hace mucho, yo era joven y logré que nos regalaran desperdicios fílmicos para nuestras filmaciones escolares. Esa vez agradecí emocionado. Esta, más bien desconcertado. De cualquier forma reacomodé mi composta y separé la mitad para el compostero y la mitad para las lombrices, a ver si les gusta y prosperan. Sirvió de pretexto para mudar de casa a las lombrices, a la tinaja naranja que se ve más arriba. No sé si lo hice bien, y no sé cómo reaccione esta cebada al descomponerse. Por lo pronto huele bien, como a pulquería un viernes en la tarde. A ver mañana...

Agujero al centro, fundamental para el buen desarrollo compostero.

Por si de casualidad llega alguien nuevo a visitar este blog, ilustro nuevamente el uso de domos plásticos para proteger de la lluvia a las semillas sembradas directamente en la jardinera, y promoveer su germinación en el calorcito:




Y por último,  uno de esos regalos inesperados, un jitomate espontáneo que creció junto a la lavanda. Dentro de las agotadoras labores de domingo en el campo (trabajar unas dos horas, bárbaro) le coloqué también a él su bambú de tutorado:


En fin, que llegó el verano, y con él, puntuales, las lluvias.


martes, 11 de junio de 2013

El Invierno duró lo que tardó en llegar la Primavera


Antes de que empiece el verano, vengo a contar lo que he hecho desde enero.

Recuerdo que fue el 27 de enero cuando sembré semillitas en el invernadero. Esta vez fui ordenado y les puse etiquetas para saber qué era qué.  Perdimos la cebolla, el brócoli por razones extrañas. Los jitomates crecieron poco a poco, asesiné a las plántulas más pequeñas y débiles. Me he ido convirtiendo en humano, en asesino selectivo de plantas, reinventando la cultura.



Las plagas atacaron de nuevo, el Mildiú me sumió en una depresión que me hizo no publicar nada; pensar que estaba todo perdido. Mis helechos también fueron atacados, unos por hongos, otros por hormigas.  Mi santo patrono Voltaire se me apareció en sueños y me dijo que buscara en internet qué hacer, por lo que apliqué bicarbonato de sodio diluido en las hojas para cambiar su ph y así evitar el asentamiento del hongo. Funcionó, gracias Voltaire mío. Las hormigas directamente con veneno.

Tras la depresión, ha pasado que llevo menos la cámara de fotos allá arriba. Así que no tengo tengo mucho registro.

Pero como la reinvención de la cultura lleva inevitablemente a alguna versión de capitalismo, mis proyecciones para este año son sencillamente producir el doble de jitomate. Para ello aumenté el número de mis bolsas patentadas de pared. He trabajado también en un sistema de riego, ya tengo luz en el invernadero, y mi socia favorita ha incursionado en la siembra de moda que viene mucho, el pasto de trigo:






Así que los indicadores son positivos; no se ha perdido todo y además he aprendido a podar las hojas que quedan abajo de los frutos de jitomate que se salen del tallo principal. Es decir, dejar que el tallo llegue directamente a los jitomates sin desviarse en hojas secundarias debajo de ellos. 

En fin, que todo está en internet. Me sigo preguntando cuánto durará esta tendencia, de cultivar lo propio. Me considero de poco aguante y he aguantado. Pero también me considero aguantador y he estado a punto de dejarlo. 

Pero los jitomatitos me miran y me hablan por las mañanas, y las fotos de cosechas pasadas me llenan de entusiasmo añejo, de ganas de superarme a mí mismo, o de al menos de volver a ver con orgullo las matotas ahora que vengan las lluvias. 

Que creo que hoy empezaron. 


Por eso vine a contarles. Para poder seguir contando.