Como ya he apuntado varias veces en este espacio, la vida del agricultor urbano se conecta íntimamente con las estaciones del año, no queda otra.
En México el verano significa lluvia, y eso significa, para mí, tranquilidad al no tener que subir hasta arribota a regar nada. Llegó el verano y con él, puntales, las lluvias. Las bolsas de pared son sin duda el mejor método que tengo para la siembra de jitomate y hasta de arúgula. Lo que mi mano toca en la foto de la derecha es una mega arúgula, de esa que en el supermercado cuesta 40 pesos:
Ahora, ni modo, tengo que agradecer a los gringos y su tecnología. En la tienda de un botanic garden, compré unas pendejaditas que sirven para el tutorado de las plantas. Se abren con dos dedos como pinzas y al cerrarse sujetan suavemente la planta a una orilla. Gracias Santos Gringos por su capitalismo salvaje que promueve la inventiva.
Tecnología Americana
Pero también hay respuesta azteca, y he aquí mi tecnología mexicana para regar con el método del jarrito, accionado a través de mangueritas compradas en el mercado de chácharas de la Portales, restos de una máquina que formaba parte de una refresquera.
Tecnología a la Mexicana
Por otro lado, reporto la siembra de una charola de trigo para que el pasto resultante nos dé la energia necesaria para la vida diaria del siglo XXI. Lo interesante de esto es que a la mitad de la charola le puse composta de lombriz, y a la otra mitad, composta de mi compostero. A ver si se nota alguna diferencia...
Dentro de las tendencias de las que sin saberlo somos esclavos, se cuenta ahora la de la cervecería casera o artesanal. Yo no he caído en ella todavía, de tan ocupado que estoy al haber escogido prematuramente la siembra urbana. Pero un amigo me regalo su bagazo de cebada, esto es, restos de cebada germinada, tostada, hervida y triturada, "para mi composta". Menudo regalo, hacía varios años que nadie me regalaba su basura. Hace mucho, yo era joven y logré que nos regalaran desperdicios fílmicos para nuestras filmaciones escolares. Esa vez agradecí emocionado. Esta, más bien desconcertado. De cualquier forma reacomodé mi composta y separé la mitad para el compostero y la mitad para las lombrices, a ver si les gusta y prosperan. Sirvió de pretexto para mudar de casa a las lombrices, a la tinaja naranja que se ve más arriba. No sé si lo hice bien, y no sé cómo reaccione esta cebada al descomponerse. Por lo pronto huele bien, como a pulquería un viernes en la tarde. A ver mañana...
Agujero al centro, fundamental para el buen desarrollo compostero.
Por si de casualidad llega alguien nuevo a visitar este blog, ilustro nuevamente el uso de domos plásticos para proteger de la lluvia a las semillas sembradas directamente en la jardinera, y promoveer su germinación en el calorcito:
Y por último, uno de esos regalos inesperados, un jitomate espontáneo que creció junto a la lavanda. Dentro de las agotadoras labores de domingo en el campo (trabajar unas dos horas, bárbaro) le coloqué también a él su bambú de tutorado:
En fin, que llegó el verano, y con él, puntuales, las lluvias.