Antes de que empiece el verano, vengo a contar lo que he hecho desde enero.
Recuerdo que fue el 27 de enero cuando sembré semillitas en el invernadero. Esta vez fui ordenado y les puse etiquetas para saber qué era qué. Perdimos la cebolla, el brócoli por razones extrañas. Los jitomates crecieron poco a poco, asesiné a las plántulas más pequeñas y débiles. Me he ido convirtiendo en humano, en asesino selectivo de plantas, reinventando la cultura.
Las plagas atacaron de nuevo, el Mildiú me sumió en una depresión que me hizo no publicar nada; pensar que estaba todo perdido. Mis helechos también fueron atacados, unos por hongos, otros por hormigas. Mi santo patrono Voltaire se me apareció en sueños y me dijo que buscara en internet qué hacer, por lo que apliqué bicarbonato de sodio diluido en las hojas para cambiar su ph y así evitar el asentamiento del hongo. Funcionó, gracias Voltaire mío. Las hormigas directamente con veneno.
Tras la depresión, ha pasado que llevo menos la cámara de fotos allá arriba. Así que no tengo tengo mucho registro.
Pero como la reinvención de la cultura lleva inevitablemente a alguna versión de capitalismo, mis proyecciones para este año son sencillamente producir el doble de jitomate. Para ello aumenté el número de mis bolsas patentadas de pared. He trabajado también en un sistema de riego, ya tengo luz en el invernadero, y mi socia favorita ha incursionado en la siembra de moda que viene mucho, el pasto de trigo:
Así que los indicadores son positivos; no se ha perdido todo y además he aprendido a podar las hojas que quedan abajo de los frutos de jitomate que se salen del tallo principal. Es decir, dejar que el tallo llegue directamente a los jitomates sin desviarse en hojas secundarias debajo de ellos.
En fin, que todo está en internet. Me sigo preguntando cuánto durará esta tendencia, de cultivar lo propio. Me considero de poco aguante y he aguantado. Pero también me considero aguantador y he estado a punto de dejarlo.
Pero los jitomatitos me miran y me hablan por las mañanas, y las fotos de cosechas pasadas me llenan de entusiasmo añejo, de ganas de superarme a mí mismo, o de al menos de volver a ver con orgullo las matotas ahora que vengan las lluvias.
Que creo que hoy empezaron.
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