miércoles, 24 de marzo de 2010
La Albahaca y yo
En el mercado (me gusta ir al mercado, sus productos son mejores que los del supermercado, aunque sean más caros) cercano a donde yo vivo, la albahaca es vendida únicamente en los puestos de brujería. Más de una vez he ido a los puestos normales de verduras y hierbas, y cuando pregunto por Albahaca, los marchantes se ponen serios y me dicen en voz baja, "al fondo, en el último pasillo, hasta la esquina".
Ahí queda mi antojo de pesto. La verdad es que me niego a preparar mis salsas italianas con albahaca de ramos destinados a hacer limpias a las personas que padecen mal de ojo o malas vibras.
Así que a lo largo de los años me he comprado mis macetitas con albahaca, las he cuidado, y con eso resuelvía el asunto de los pestos y pomodoros crudaiola.
Pero las macetitas dan de sí. Las plantas tienen un determinado número de hojas y además un buen día mueren.
Así nació mi siguiente proyecto: Albahaca fresca y sembrada por mí. Muchas plantas de albahaca que me sigan el ritmo y se den abasto.
Mis amigos de Plantitlán me obsequiaron generosamente las semillas. Los domos de plástico en los que venía la ensalada para llevar de la pizzería cercana, el lugar ideal, cálido y húmedo, (¿no son todos los lugares ideales cálidos y húmedos?) para la germinación.
Y estoy feliz, pues hoy por la mañana se asomaron las primeras señales de vida de mi siembra de Albahaca!
Los mantendré informados, a ver si logran llegar hasta el transplante a mis jardineras de azotea.
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