miércoles, 24 de marzo de 2010

La Composta

Como parte de mi plan para enriquecerme y conquistar el mundo por vía de mis jardineras de azotea, está un elemento que consideré genial desde un principio: convertir mi basura en un producto útil y con valor; lograr producir (para después vender) mi propia tierra.

Pues bien, ha sido toda una historia.

Los primeros meses fueron fantásticos. Rotulé un bote de basura con las palabras "NO grasa, NO carne: Composta" y ahí recolecté todos mis desechos orgánicos.

Luego busqué un bote que me sirviera como compostero. Pensaba hacerle agujeros como los que he visto en las páginas ecologistas, pero me encontré un modelo que ya venía lleno de hoyos y además estaba en oferta, supongo que sirve normalmente para la ropa sucia. Le compré un bote contenedor con tapa (incluso me concentré para que sólo me cobraran uno, pero fracasé) y listo, a descomponer todos mis residuos vegetales!

Mi primera composta fue un fracaso. Apestaba horrible y no terminó nunca de descomponerse.

Ahora sé que no hay que abusar de los cítricos (y lo que más desecho yo son cáscaras de limón y de naranja, por las botanas, los ceviches, las micheladas y el mezcal que los acompaña); y que es muy importante el contenido de carbono, es decir, de hojas secas abajo y arriba de los deshechos.

Mi compostero ahora se ve así. También le he añadido aserrín y tierra. Tenemos que esperar varias semanas para ver si resulta mejor que el anterior intento. por lo pronto este no huele tan mal, y hasta le he puesto flores. Es fantástico pensar, por lo menos, que la basura de mis plantas, que antes se encargaba de tapar mi desagüe, tenga ahora un futuro promisorio como composta para las mismas plantas y el resto de mi azotea, que está por florecer.













Ahora falta resolver qué hacer mientras tanto con mis residuos orgánicos, que se siguen produciendo.

No es fácil esto, de ser ecologista. ¿Hay alguien por ahí que compre limones exprimidos?

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