No soy un buen líder.
Más de una vez, les he fallado a mis lombrices. La primera por sequía, la segunda por inundación.
Fueron dos genocidios. Uno útil, otro inútil.
El primer genocidio -por sequía-, fue útil pues de esa manera pude recolectar -finalmente- casi todo el hummus o lombricomposta que por más que intentaba, no lograba separar eficientemente de las lombrices en sí mismas. Cuando dejé de mantener húmedo el lombricero, y murieron casi todas las inquilinas, pude fácilmente palear en esa tierra negra y rica sin miedo a llevarme a las lombrices hacia mis macetas, o a cortar sin querer a las lombrices en dos o más partes.
Porque ya no había. O mejor dicho, había muy pocas… muy fuertes. Que no se entere Hitler en su tumba, que no sepa por mi conducto Herr Frederick Nietzche que una buena sequía y hambruna produce entre las lombrices auténticas überlombrices.
Con las pocas sobrevivientes, gordas grandes y rosadas, -y muy seguramente gandallas y caníbales- la raza parecería haber sido mejorada. Empezaron a reproducirse, a haber más lombrices y quizás más sanas.
Llegó entonces el otro genocidio, que fue completamente inútil. Un buen día dejé llenando un jarrito y olvidé la diminuta llave con el agua abierta. Por varios días sufrimos que se acabara el agua en la casa, por más que revisamos buscando fugas y prendimos la bomba para resurtirnos. Finalmente subí al invernadero y lo encontré inundado. El lombricero rebasado de agua, que caía desde el jarrito a las lombrices y de ahí a la coladera sin hacer ningún ruido ni mayor destrozo. Pero el hábitat de las lombrices era una alberca, y no precisamente sustentable.
Como dije, esto llevaba por lo menos uno o dos días.
Pues aun así sobrevivieron algunas de mis niñas. Überlombrices, súperlombrices. Lombrizones. Ahora sí sólo quedaron las más gordas. Y las mejores nadadoras.
Me consuelo pensando que no tuvieron que votar por mí como su líder, por lo que nada de esto ha sido culpa suya.
Y sé que nada pueden hacer para cambiar su suerte, que está en mis manos.
Lombrices de mi lombricero, resistid!
(Por cierto por si hay algún protector de lombrices allá afuera: Acabo de subir a checarlas y están bien. Rozagantes diría yo. Nada mal para un pueblo que ha afrontado tanto, tan dignamente).
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