domingo, 29 de abril de 2012

Fruta de la Pasión

Voilà la Maracuyá:



Es una de las especies mejor adaptadas a la vida en mi azotea. Sus flores me dejan sin adjetivos, y casi cada una se convierte en fruta... el año pasado recuerdo haberme comido 3, y cada una fue una fiesta. ¡Este año ya hay 4 creciendo alrededor de la ventana!

Es un gran descanso que la planta a la que menos esperanza le he puesto, menos atención y cuidados, sea la que más me ha dado incondicionalmente. Serán sus humores femeninos, su nombre apasionado, o simplemente que le gusta que le tomen fotos.


viernes, 27 de abril de 2012

Cotiledones

Pero como este blog no es de intentos literarios sino de intentos de ecologismo, basados en la idea de que todos podemos hacernos ricos, les cuento algo que también es producto de mis clases con el profesor Aguilar y de los innumerables bebés cadáveres que salen de mi azotea por falta de cuidados.

Resulta que cada vegetal cuando nace, cada semilla pues, lo primero son dos hojitas, a las que creo que se les llama "hojas falsas", que en realidad se llaman cotiledones y que tienen como función reconocer el planeta y decidir si a la planta le conviene o no vivir en él. Si hay suficiente agua, luz y aire; sin ser demasiada agua, luz o aire, el brote se quedará unos cuantos días y producirá después lo que se llaman "hojas reales" o, dicho coloquialmente, "plantitas".

 
Por ejemplo, las de la foto son de semilla de calabaza, que en México se llaman "pepitas". Nótese la forma parecida de los cotiledones a las dichas semillas, será que están listas a nacer desde la semilla y sólo están esperando la señal del planeta y los nutrientes para empezar a hacerlo.

Pero bueno, que qué les quiero decir con esto?

Que los cotiledones no son aún plantas, que hay que darles extra-cuidados, que no por haber salido podemos cantar victoria ni mucho menos, y que el paso de cotiledón a planta, o para el caso, de "plantita" a "planta" es mucho más difícil y azaroso que el de "semilla" a "plantita".

A mí se me han muerto legión, y siempre es por falta o sobra de algo. Lo que hablaba más abajo de proteger, es lo más cierto que se puede decir de la agricultura urbana.

Para terminar, más fotos de cotiledones en estos momentos de primavera en mi terraza:

Estas son las hojas reales de las pepitas empezando a nacer de entre los cotiledones. 


Estas ya se me olvidó qué son, pero han sobrevivido, que ya es bastante. Recuerdo haber sembrado brócoli, tomate, cebolla, y epazote y cilantro. Nótese que sólo sobrevivió la mitad de la charolita. 


Y estas son las hojas reales del brócoli, que ya son más grandes que los cotiledones y que son de "siembra  directa", que por cierto no sé si yo la hice o si se sembraron solas de las vainas de la planta de la que me hago los omelettes. 


Y por último, la "siembra indirecta" que tampoco recuerdo qué son, pero que también han sobrevivido, y que bien a bien no tengo idea de cómo voy a transplantar cuando crezcan un poco más: 



Viernes de quincena ecologista


Ante el enorme entusiasmo que me da ver que este blog tiene más entradas, en menos tiempo, que el de mis fallidos intentos literarios, os cuento lo siguiente (hay que hacer que los españoles también se sientan en casa, de ahí lo de os cuento, joder):

Hoy hice otro acto ecologista, que fue ir a ver la exposición del Dr. Atl en Tlatelolco, por medio del trolebús que pasa cerca de mi casa, cobra cuatro pesos, y cruza con el otro trolebús que va por el Eje Central Lázaro Cárdenas (se llama Corredor Cero Emisiones); mismo que deja en la puerta del Centro Cultural Tlatelolco, el que alguna vez fue la Secretaría de Relaciones Exteriores, que no se usaba desde el temblor del 85 y que ahora se ha vuelo a usar, sin saber yo a qué se deba que ahora sea habitable y antes no. Creo que es porque le pusieron luces en la fachada.

Y bueno, lo sensacional para cualquier ecologista es no contaminar; para mí, es ir más rápido que los demás coches y poderme burlar de ellos. Esta vez pude hacerlo de nuevo, tan o o más que si fuera en bicicleta.  El trayecto fue fantástico, rápido y fresco, tenía yo preparadas mis moneditas para pagar el pasaje, cosa que hice sin contratiempo. Delicioso el escuchar que prácticamente en cada alto el autobus detenía su motor eléctrico, dándole un sitio al silencio en esta ciudad, o a algo que se le parece.

Del Dr. Atl casi no puedo hablar, no me atrevería. Baste decir que me dio esperanzas en mi propia vejez, que pude sentir que reconocía ciertos paisajes de las alturas; que reverencié su pasión por Nahui Ollin y que le agradecí en el fondo de mi alma haber salvado el Ex Convento de la Merced, de donde hace unos años saqué unas fotos en este siglo distante y las monté en Panoramio. Es lo único que siento que lo ha ameritado. Voy a etiquetarlas algún día con "Gracias, Dr. Atl!"

Y bueno, el regreso no fue sin incidentes, pues no había tomado en cuenta que me iban a cobrar la entrada al museo, por lo que me quedé sin moneditas para el trole. Tuve que hacer uso de mi poder jedi para que en una cantina me dieran efectivo a cambio de mi consumo de cerveza y una propina. Con ello pude tomar los trolebuses y meterme a otra cantina cerca de mi casa a tomar cervezas y comer longaniza en salsa roja y pensar desde lo más profundo "Me encanta vivir en México".

Y claro, yo que me pongo bronceador para ir a la oficina -espero que sea biodegradable- por supuesto hoy no lo hice, y estas horas, ya estoy ardido.

lunes, 23 de abril de 2012

La solución, parte I

Ante mi desesperada lucha contra los gatos, propios y extraños, mi mujer ideó una solución que presento aquí, y que sin duda fue determinante en que existiera una cosecha decente y limpia el año pasado:



Ya después yo le coloqué unos toques ecologistas que facilitan su manejo:

La cubeta es una lombricomposta diseñada por el Profesor Aguilar. Ahí están "mis niñas" comiendo parte de nuestros desperdicios. 

Sin embargo, la vida en el campo es una lucha a muerte; los asesinos están en todos lados, y no hay malla que detenga a un enemigo lo suficientemente pequeño.



Así se ve una hoja de calabaza enferma. Nunca la pude comer.

Compartir o presumir?

La vida del ser humano interactivo y tuiteador, tiene entre sus características muchas que yo no poseo:

a) Habilidad multitasking para twittear, facebookear, y vivir al mismo tiempo

b) Dejos esquizoides, que permiten la adopción de personalidades distintas de acuerdo al medio al que se dirigen.

c) Compulsión fotográfica.

d) Deseo de "compartir" las imágenes resultantes.


Me pregunto siempre qué tanto del deseo de compartir lo es en realidad de presumir.

Así sucede con todo; de hecho, yo dejé de ver a mis amigos cuando me di cuenta que nuestras comidas eran cada vez más una competencia por ver quién daba el mejor vino y en mayor cantidad.

Desde entonces cocino para desconocidos y sigo dando vino barato.

Y bueno, yo he dejado de tomar fotos por lo mismo; me gusta hacer las cosas, no estarlas presumiendo.

Pero como no quiero quedarme rezagado del mundo, pongo aquí el 1, 2, 3 de un wok con brócoli que nos hicimos hace no mucho.









Jitomates en Diciembre

El año pasado, mal que bien, seguí mi cultivo ya no recuerdo de qué forma. El caso es que las fotos de recolecta de jitomates están fechadas en diciembre.

 


Curiosamente estábamos a punto de salir de vacaciones, mas yo no estaba dispuesto a dejar que mis jitomates tan largamente esperados se quedaran en el refri esperando la putrefacción. Así que los llevé con nosotros en el auto y unos días antes de Navidad me hice una ensalada frente al mar, con aceite de oliva y pimienta y sal.

Estoy seguro que gracias a los nutrientes orgánicos y naturales obtenidos a lo largo de los meses en mi azotea, fue que adquirí el tono rojizo adicional en mi bronceado playero.



Ah Caray

Veo con sorpresa que hay un número considerable de visitas a esta página (más de una por error, estoy seguro, o serán robots, o simples despistados); pero ante eso, el reclamo directo de algún twitero, mi vanidad y el ecologismo propio de estas épocas del año, vengo de regreso a contar mis aventuras.

Tendré que dejar de preocuparme por el valor literario de las entradas; estoy seguro que no tendrá ninguno. También tendré que dejar de preocuparme por tomar y poner fotos; lo haré a veces, pero eso no deberá ser impedimento para escribir algo. Finalmente, lo que yo quería de este blog era que que me sirviese como calendario; es decir, poder saber cuándo hice cada cosa para tener una idea un poco más precisa de qué está pasando en mi terraza.

Y bueno, seguiré comentando otras acciones ecologistas que realice, como irme en bicicleta a la oficina o no bañarme.

Así que queda aquí el compromiso por volver; en la entrada inmediata siguiente trataré de resumir qué pasó con la siembra del año pasado.