viernes, 27 de abril de 2012
Viernes de quincena ecologista
Ante el enorme entusiasmo que me da ver que este blog tiene más entradas, en menos tiempo, que el de mis fallidos intentos literarios, os cuento lo siguiente (hay que hacer que los españoles también se sientan en casa, de ahí lo de os cuento, joder):
Hoy hice otro acto ecologista, que fue ir a ver la exposición del Dr. Atl en Tlatelolco, por medio del trolebús que pasa cerca de mi casa, cobra cuatro pesos, y cruza con el otro trolebús que va por el Eje Central Lázaro Cárdenas (se llama Corredor Cero Emisiones); mismo que deja en la puerta del Centro Cultural Tlatelolco, el que alguna vez fue la Secretaría de Relaciones Exteriores, que no se usaba desde el temblor del 85 y que ahora se ha vuelo a usar, sin saber yo a qué se deba que ahora sea habitable y antes no. Creo que es porque le pusieron luces en la fachada.
Y bueno, lo sensacional para cualquier ecologista es no contaminar; para mí, es ir más rápido que los demás coches y poderme burlar de ellos. Esta vez pude hacerlo de nuevo, tan o o más que si fuera en bicicleta. El trayecto fue fantástico, rápido y fresco, tenía yo preparadas mis moneditas para pagar el pasaje, cosa que hice sin contratiempo. Delicioso el escuchar que prácticamente en cada alto el autobus detenía su motor eléctrico, dándole un sitio al silencio en esta ciudad, o a algo que se le parece.
Del Dr. Atl casi no puedo hablar, no me atrevería. Baste decir que me dio esperanzas en mi propia vejez, que pude sentir que reconocía ciertos paisajes de las alturas; que reverencié su pasión por Nahui Ollin y que le agradecí en el fondo de mi alma haber salvado el Ex Convento de la Merced, de donde hace unos años saqué unas fotos en este siglo distante y las monté en Panoramio. Es lo único que siento que lo ha ameritado. Voy a etiquetarlas algún día con "Gracias, Dr. Atl!"
Y bueno, el regreso no fue sin incidentes, pues no había tomado en cuenta que me iban a cobrar la entrada al museo, por lo que me quedé sin moneditas para el trole. Tuve que hacer uso de mi poder jedi para que en una cantina me dieran efectivo a cambio de mi consumo de cerveza y una propina. Con ello pude tomar los trolebuses y meterme a otra cantina cerca de mi casa a tomar cervezas y comer longaniza en salsa roja y pensar desde lo más profundo "Me encanta vivir en México".
Y claro, yo que me pongo bronceador para ir a la oficina -espero que sea biodegradable- por supuesto hoy no lo hice, y estas horas, ya estoy ardido.
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